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18.Abr.2009 / 10:35 pm / Haga un comentario

El luchador social, caído en combate el 31 de marzo de 1972 tras enfrentarse
con los cuerpos de seguridad del gobierno de Rafael Caldera, constituyó,
durante la década de los 70, el ícono de las luchas del pueblo venezolano por
el socialismo y en contra del imperialismo.

 Américo Silva nació en Aragua de Maturín, capital del otrora Distrito Piar
del estado Monagas. Constituyó una familia con Argelia Velázquez de Silva,
educadora, periodista y luchadora social con quien tuvo tres hijos: Hildemar
Antonio, Italo Américo y Víctor Ricardo.

Al morir su padre, Alberto Tirado, Américo, con apenas 12 años, toma una
trascendente decisión: dejar la escuela para poder trabajar. Con su madre,
Marcolina Silva y sus hermanos, Alberto, Juan José, Antonio, Italo y Fernando,
“encara la subsistencia con firmeza y dignidad”

Trabajó de bedel en el comedor escolar de Aragua y luego como vendedor de
productos del campo en los portones de las compañías petroleras de Caripito y
Jusepín. Así, desde muy joven, “enfrenta la desigualdad social, la dominación extranjera y la necesidad de cambiar tal realidad”, señaló.

En la Escuela Cacique Taguay, de Aragua, culmina su primaria. Desde los 15 años
discute la política nacional con Simón Sáez Mérida, Joaquín Blanco y Trino Barrios.
Para 1953, con 20 años, lucha contra la dictadura de Pérez Jiménez, en San
Félix y Ciudad Piar, estado Bolívar. También en Aragua de Maturín, donde es perseguido por la Seguridad Nacional.

A los 23 años vive en San Félix y es
miembro de la resistencia clandestina de trabajadores.

Al iniciarse la industrialización del hierro trabaja como conductor de ferrocarriles de la Orinoco Mining Company, OMC. Allí siente, con mayor fuerza, la explotación capitalista y la discriminación hacia la clase obrera.
Junto a otros trabajadores progresistas fomenta las ideas revolucionarias,
defiende y organiza a los obreros para rescatar el Sindicato del Hierro, bajo el
dominio de los intereses patronales.

 

 

 

 

Esa lucha se extiende hacia la defensa de
las familias campesinas del Cerro de La Parida, hoy Cerro Bolívar, desalojados
por la OMC y la Guardia Nacional.
Derrotada la dictadura, Américo cumple tareas en el Instituto Agrario
Nacional, IAN, en Monagas. Allí reparte tierras a campesinos, organiza
sindicatos agrarios, activa luchas por el derecho a la tierra y contra
terratenientes y latifundios. En 1960 participa en la fundación del Movimiento
de Izquierda Revolucionaria, MIR. En el Campamento de la Juventud del MIR en
Culantrillar es instructor de formación político-militar.

Para 1961 se ocupa de las guerrillas urbanas de oriente. Cuando tiene 30 años,
es responsable de la Retaguardia y Logística del Frente Guerrillero Ezequiel
Zamora asentado en los estado Miranda y Guárico. En oriente, con otros
camaradas, funda el Frente Antonio José de Sucre al cual sirve como Primer
Comandante.
Viaja dos veces a Cuba y regresa al país el 8 de mayo de 1967 con el llamado
Desembarco de Machurucuto, expresión de internacionalismo proletario. Tras la
división del MIR, en 1970 se crea Bandera Roja y Américo Silva está entre sus
fundadores.

 

 

Como parte del Comité Político Nacional de ese partido, miembro de la
Comandancia del Frente Guerrillero Antonio José de Sucre y responsable
político-militar del Distrito Trino Barrios, defiende la lucha armada y
cuestiona la “pacificación” propuesta por el Gobierno de Rafael Caldera,
política denominada por el pueblo “La paz de los sepulcros”.
Desde 1971 concentra en Guayana trabajos políticos entre sectores de barrios,
campesinos, obreros y estudiantes. A los 39 años muere en combate con
la
Guardia Nacional el 31 de marzo de 1972, en el kilómetro 21 en la carretera El
Pao, San Félix, estado Bolívar.
Américo Silva se mantuvo durante 12 años en la lucha armada. Desde 1960,
hasta 1972. Doce años en combate por el pueblo, “sin interrupción, dudas ni
sesgos, donde vivió con entusiasmo y alegría y luchó con vehemencia por la
toma del poder y la instauración del socialismo en Venezuela”,

Ante algún revés, decía: “La lucha de los oprimidos, por el socialismo,
contra el capitalismo y su máxima expresión imperial, es diversa y arriesgada
y no termina ni con la traición de un desclasado ni con la muerte de un
guerrero”.

 

 

“La honradez, la solidaridad y la constancia revolucionaria definen su personalidad y calidad humana”, Sus altos valores socialistas lo hacen destacar como líder político, comandante guerrillero y hombre del pueblo que a fuerza de ejemplo se ganó el respeto y amor de familiares, amigos y de quienes lucharon a su lado. “Con ellas y ellos reafirmamos el epitafio en la tumba de El Flaco Américo:

¡Hasta la Victoria Siempre.

Patria o Muerte, Venceremos!

 

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